Desabastecimiento y falta de soberanía, hermanas gemelas

Llevamos días escuchando que hay una crisis de abastecimiento en varios sectores y que podemos enfrentarnos, en poco tiempo, a un desabastecimiento de algunos productos. Para algunos esto es algo largamente anunciado y creen que todo conduce a una a una situación de desabastecimiento, de incremento de precios, crisis energética y el ya conocido como «Gran Apagón».

No es mi tarea entrar a evaluar ni juzgar estas teorías, si bien coinciden en ciertos casos con algunas circunstancias presentes. Creer o no en tales pronósticos es algo personal y que cada uno puede sostener o no, dependiendo de las informaciones de las que se disponga.

No escondo mi punto de visto, no creo en tales profecías apocalípticas que sostienen que unas élites quieren hundirnos en la miseria, que haya escasez, hambruna, desesperación y el «Gran Apagón». Se pueden tener motivos e informaciones para creer en tales cosas, pero no es este caso. La teoría del «Gran Apagón» aparece y desaparece a lo largo del tiempo. Cuando no es por una supuesta tormenta solar, es por unas élites o por lo que sea. Y mucho menos creo que tale élites vayan avisando de que tales cosas vayan a pasar de forma velada e indirecta. En mi opinión es muy ingenuo pensar en una mano negra que te quiere aniquilar pero que te va a avisando con indirectas. Sería un caso muy curioso de élite global pasivo-agresiva en la sombra. Lo siento, si eres capaz de dirigir el mundo en secreto, no eres tan tonto de dar avisos para que, precisamente, se salve la oposición a tus movimientos. Pero si que hay mucha verdad en los posibles desabastecimientos y incluso en posibles apagones. Pero no en la dimensión ni por las causas y con las motivaciones que algunos defienden. O que otros niegan, como el cenutrio del Ministro Garzón, que sostiene que no hay ningún desabastecimiento.

Pero vayamos al nudo del tema que quiero tratar. Y es el fondo de este incipiente desabastecimiento ligado a una falta de soberanía nacional.

La crisis energética, esa pelea perdida por los globalistas

Seamos claros, especialmente en España, pero notorio en toda la Unión Europea, llevamos meses de subida tras subida en los precios de la energía. ¿El motivo? En realidad muchos, pero podríamos resumirlo de dos formas. La forma más directa es decir claramente que la Unión Europea es el actor geopolítico occidental más decadente e inútil que podíamos tener.

Seamos claro, pagamos los precios que pagamos porque aunque para algunos somos «ricos», hace tiempo que hay otros que pueden permitirse pagar mucho más por lo mismo y nos condenan a la indigencia. China paga más y el precio se ajusta a eso. Y si nos parece caro, es que, quizás, no somos tan ricos ni importamos tanto como los progres nos quieren hacer creer.

De hecho, eso también sería la segunda forma de decirlo, China y otros países pagan más por el gas de cara al invierno y en la UE nos quedamos con el culo al aire y congelado.

Conclusión, necesitamos energía, nos fuerzan a pagar más y eso se traslada a muchas otras esferas. Perdemos capital para comprar otros productos. El incremento del precio de la energía provoca un aumento abismal delos costes de producción y, por ende, de los precios finales. O incluso industrias se ven obligadas a producir menos para ahorrar energía o hacer paros, lo que lleva a menor stock e igualmente a un aumento de precios. Por no hablar de que una energía más cara también afecta la distribución tanto nacional como internacional. Los precios del gas y de la gasolina pueden hacer que la distribución deje de ser rentable en muchos lugares. O directamente se pare la distribución esperando mejores condiciones.

Es obvio, explicado así, que nos enfrentamos a una situación de alza de precios y de posible desabastecimiento en sectores que aún no parecen sufrir esa situación. Pero en otros ya se produce, el frío invierno se acerca y los períodos navideños y de Black Friday pondrán a prueba toda la cadena por el aumento de consumo energético y de bienes.

Falta de soberanía energética e industrial

Algunos podrían alegar que esta situación y sus peores pronósticos son a causa de factores internacionales que no controlamos. Y es cierto parcialmente. Es cierto que no podemos hacer que China pague menos por el gas cuando ellos también lo necesitan y están dispuestos a pagar mucho más. Y también es cierto que no podemos obligar a Argelia a utilizar el gasoducto que pasa por Marruecos para abastecernos cuando soberanamente han decidido cortar el paso a Marruecos.

No podemos hacer tales cosas, es cierto. Y sobretodo a toro pasado. Porque si tuviésemos un mínimo de previsión y de agenda internacional de verdad, quizás podríamos haber creado planes de contingencia y abastecernos antes, en previsión de ésta situación. Pero es que incluso que la diplomacia y la inteligencia europea se utilice para defender los intereses europeos parece utópico. Aquí solo estamos para hacernos cargo de problemas ajenos, pagar platos rotos e ir de salvadores de la Humanidad. Y ese es un problema que todos conocemos, pero ahora no me centraré en él. El problema es otro y también de defensa de nuestros intereses.

Y me refiero a la ausencia de cualquier atisbo de soberanía energética e industrial española. Ya deberíamos acostumbrarnos a que los señores de Bruselas dejen que todo arda mientras piensan en víctimas de otros lares, pero que nuestras propias instituciones nacionales hagan lo mismo es de alta traición.

Los gobiernos y partido de izquierda en España, han tenido tendencia a llenarse la boca de «soberanía energética» e incluso «soberanía alimentaria». Y seamos realistas, utilizaban «soberanía energética» como coartada para vendernos programas de desarrollo de energías renovables carísimas y difícilmente amortizables pagadas con nuestro dinero. Y sin una aportación significativa y constante al mix energético español. Bueno si, aportación en costes y primas que nos toca pagar también como consumidores, si. De la otra soberania, la alimentaria, ni trataré seriamente porque era una coartada casi más cutre. Básicamente ayudar a fondo perdido a otras naciones para que no dependan de nosotros ni de nuestros productos. Osease, la primera era una excusa para hacernos pagar un festival de la pantomima sin efectos y la segunda un concepto biensonante que escondía los deseos de hacer a otros países más competitivos e independientes del comercio con nuestras empresas, con nuestros recursos también. Cosas de la izquierda española, siempre pasando la factura al contribuyente nacional y beneficiando a extraños.

Pero vayamos al nudo de la cuestión. Nunca ha habido un plan de recuperar soberanía energética en España, sólo palabras rimbombantes y confeti. Llevamos décadas de completa dejación. Y lo siento, pero por muchas placas solares y molinos que se pongan, todo es maquillaje para un moribundo. Básicamente cuando cierras minas de carbón en tu territorio, cierras centrales térmicas, batallas a brazo partido para acabar con las pocas centrales nucleares que te quedan de herencia y que son las que te dan estabilidad. O el no planificar si quiera un nuevo embalse. La poca potencia nueva instalada, además dependiente de la «voluntad» del viento y de sol, no compensa toda la enorme pérdida por el otro lado. Y somos más españoles y con más electrodomésticos ahora que cuando se instalaron todas esas térmicas y nucleares. ¿Qué hacemos? Pues nada, compra electricidad a Francia, que ellos no deben utilizar nucleares, desarrolla unas cuantas centrales de ciclo combinado para quemar gas argelino en lugar de carbón español y si un día hay mucho viento, saca pecho de que un día al año hemos generado casi toda la energía a base de molinos. Una enorme payasada.

Tenemos un serio problema y no hay nadie que ponga el debate donde debe. La clase política sólo está para fotos y eslóganes ecologistas. Pero desde que se aplicó la moratoria nuclear, no ha habido ningún político español que no esté también en «suspenso» con el tema de la energía. Todo es aguantar, no hacer nada o incluso empeorar la situación y que nos salven otros.

Seamos claros, ¿comprar electricidad de origen nuclear a Francia a un precio desorbitado es lógico cuando la podríamos generar nosotros? Y podría salirme el comentario de: «¿Y si hay una accidente? Fukushima, Fukushima, Chernobyl, Chernobyl». Y es tan fácil como responder: «¿Si revientan en Francia alguien se cree que no nos comeremos la radiación en España?». Parece que hay quien poniéndose en lo peor y estadísticamente menos probable, se cree que la radiación respeta fronteras.

¿Es lógico cerrar centrales térmicas y acabar con incentivos al carbón español cuando luego tenemos el precio de le electricidad como lo tenemos por el puñetero gas de Rusia y Argelia? Alguno me dirá que la Unión Europea ya preveía acabar con la minería española porque, además era muy cara. Y seré claro. Nunca sería la electricidad tan cara como ahora utilizando carbón español y, además, el dinero, aunque sea más, se quedaría en España. Seré raro, pero prefiero pagar 50 por carbón de mi país que 20 por carbón australiano. Los 50 se quedan aquí, generan empleo y me dan estabilidad energética. Perder 20 a favor de Australia y, además, hacerme dependiente de terceros, no parece buen negocio. Pero ya lo hemos dicho, los intereses de los europeos en general y, de los españoles en particular, nunca son defendidos. Los beneficiados siempre son otros. Y si realmente la Unión Europea no quiere que utilicemos carbón español en España por ser caro y, si se quiere, contaminante, que no nos venda las bondades de pagar el gas a doblón y como si no contaminase. Porque ya son muchos agravios de nuestra propia clase política de la UE contra nuestra soberanía energética e industrial. Porque no es únicamente lo del carbón. Podríamos hablar de toda la industria perdida como exigencias de la UE y aplaudido por los dirigentes españoles. O Más concretamente, de todos los años que nos han tenido con cuotas lácteas que no nos permitían producir la leche que nuestro propio mercado demandaba, pero asfixiaban a los productores. Esas cuotas que luego permitían a franceses y alemanes, vendernos sus excedentes de leche a un precio de risa y forzar a los propios ganaderos españoles a bajar sus precios por una competencia desleal alentada desde Bruselas.

Y esa es la segunda soberanía que deberíamos defender para, precisamente, no caer en una espiral de desabastecimiento por acontecimiento externos. Y es la soberanía industrial.

Es ridículo que pudiendo producir leche suficiente para abastecer nuestro mercado, nos veamos forzados a no producir, dañar nuestro sector ganadero y agroalimentario y depender de terceros. No es razonable que empresas españolas deban dejar de producir porque no tienen envases de plástico suficientes, todos vienen de China y no hay opciones locales. Y tan o más ridículo es que algo tan básico y elemental como una mascarilla quirúrgica, haya tenido que volver a ser producida en España por iniciativa privada porque en los peores tiempos de la pandemia estábamos forzados a comprar mascarillas chinas de cualquier calidad por un precio desorbitado porque habíamos dejado España como un solar. Y de eso va el siguiente punto.

La crisis de abastecimiento de la primera ola de COVID-19. El verdadero aviso ignorado

Durante el primer encierro, de Marzo a Mayo de 2020, todos vimos el desabastecimiento de mascarillas y equipos de protección que sufríamos. Algo ya corregido, gracias al desarrollo y reciclaje de múltiples empresas que apostaron por fabricar en España. Pero en esos meses de 2020 ya deberíamos haber entendido que no podemos depender de terceros para todos. Pagamos de más, había escasez, nos estafaron y no faltaron los ridículos de nuestra clase política a los que llegaron a estafar por desesperación y una patente falta de luces.

Eso nunca habría pasado teniendo sencillamente unos fabricantes locales, ya no para cubrir todo el mercado, sino para poder tener un mínimo de remesas a un precio fijo y poder salvar momentos de crisis. Tan fácil es y tan complicado de entender para muchos. Sin soberanía no hay supervivencia.

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