Los europeos, ese problema

Aunque hablo en el ámbito español, de lo que voy a tratar afecta a Europa entera. En los últimos tiempos muchos más medios se han comenzado a hacer eco de algunas de las agresiones, robos, violaciones y agravios producidos por gentes muy determinadas y siempre contra españoles. No es algo nuevo, ese tipo de violencia por parte de inmigrantes en general y de musulmanes en particular, lleva mucho tiempo produciéndose. Sencillamente ahora se ha descontrolado tanto que es imposible que no sea carnaza para muchos medios de comunicación.

Pero el problema no es nuevo. En muchísimos barrios humildes de España llevamos años sabiendo que esta clase de chusma campas sus anchas y que la desprotección del español honrado es absoluta. De ahí podríamos pensar que hay un severo problema con la inmigración, particularmente con los mahometanos. Pero nada más lejos, el problema es otro y a continuación me explicaré.

La Europa étnica es el problema

Antes de pensar que estoy acusando a mi gente de ser la causante de todos los crímenes contra nosotros, continuad leyendo. Nada más lejos. No es este sitio el lugar dónde intentaría convencer que cuando nos atacan sistemáticamente, precisamente por odio étnico contra nosotros, es por nuestra culpa. No soy esa penosa maleducadora social que cuando los «chavalines morenitos» decidieron asesinar a europeos en las Ramblas, se planteaba «¿qué hemos hecho mal?».

Lo que quiero decir con éstos títulos lo vais a entender muy rápidamente. Y me refiero a que para muchos, los europeos somos unas gentes muy peligrosas. Todas las élites globales nos conciben a los europeos como un estorbo constante, como una amenaza en ciernes que hay que aplacar como sea. Los europeos, aunque muchas veces pensemos que damos risa y que abusan de nosotros por habernos vuelto pasivos y cobardes, causamos auténtico pavor a muchos.

Y me explico. No he utilizado la expresión «abusan de nosotros por habernos vuelto pasivos y cobardes». Muchos lo entendemos así. Somos mucho más blandos que nuestros abuelos. Y nuestros padres ya eran mucho más blandos que nuestros abuelos. Ha sido un largo y constante proceso de hacer de los europeos todo lo contrario a lo que somos por Historia y por cultura. Nos han llevado por un camino de comodidad para hacernos olvidar e incluso avergonzarnos de toda la herencia que nos rodea y que corre por nuestras venas.

Nos han querido convertir en meros espectadores pasivos de nuestra desaparición progresivamente y desde todos los frentes posibles. No se ha tratado de adormecernos desde un sólo frente, la guerra contra los europeos ha sido desde todos los frentes posibles. Absolutamente todos. Y eso se debe a que para algunos es imposible permitirse que quede un solo flanco por el que podamos escapar y acabar con sus planes. Pensemos en todas las áreas de nuestra vida diaria que están en manos de auténticos psicópatas y que han ido empeorando siempre. Únicamente con pequeños momentos de calma muy determinados o con la única alternativa de huir miserablemente del problema:

  • Desde los años 80, el boom de las drogas en España fue descomunal. La generaciones que vivieron los 80 saben de lo que hablo. Ese boom se alargó hasta comienzos de los 90 en algunas partes, pero dejó un auténtico reguero de muertes de jóvenes y de graves consecuencias psíquicas y físicas para algunos. Y graves consecuencias sociales en general. Y a partir de ahí, si bien el consumo de drogas duras puede haberse reducido, no ha parado el consumo general. Sencillamente hemos pasado de sectores en los que corría la heroína a un consumo mucho más amplio de drogas «más blandas». Evolucionamos de que se muera un vecino en un vecindario relativamente amplio a que si rascas, obtienes que hasta el más formal se mete coca o hay padres de familia emporrados media semana.
  • La propiedad privada deja de ser protegida por el Estado. Es curioso, pero el origen del Estado es prácticamente lo que ha renunciado a defender. Nosotros, ciudadanos, renunciamos a ejercer la violencia para defendernos a nosotros mismos y a nuestra propiedad y le cedemos esa capacidad al Estado para no entrar en un sistema de venganzas y de violencia social. Pero en la actualidad el Estado ha dejado de proteger al ciudadano, su integridad y la de su propiedad. La okupación trae de cabeza a muchos, pero nadie se plantea que si una propiedad es tuya sobre los registros de los que dispone la administración, cualquier extraño debe ser expulsado de tu casa sin mediar palabra. El Estado se niega. Pero también te niega a ti, legítimo dueño, a utilizar la fuerza bajo amenaza de severa sanción o incluso cárcel. Eso crea una sensación no solamente de indefensión, sino de impotencia. Porque no solamente no se te ayuda sino que se te castiga.
  • La natalidad a niveles insosteniblemente bajos. El uso de medios anticonceptivos es una forma de responsabilidad, si bien han servido como caballo de Troya para comenzar a alimentar una deriva grotesca en que ya no se puede ocultar en que se trata al aborto como si fuese un derecho para tapar que hay una masa creciente de gente que se toma el aborto como un medio anticonceptivo más. Una muy mala señal que muestra que una parte de nuestra sociedad está llevando conscientemente un camino hacia la autodestrucción y, además, como si fuese motivo de alegría. Los típicos masoquistas patológicos que siempre hay en comunidades en proceso de decadencia.
  • Ligado al punto anterior. A una generación con un nivel de bienestar generalizado, les vendes drogas recreativas, diversión, el discurso y de la liberación sexual. Tendrán hijos, pero muchos menos que nuestros abuelos y en esos niños, crearás unos estándares de bienestar para criar hijos muy altos. Tan altos, que con tasas insostenibles de paro juvenil, salarios de miseria y un mercado de la vivienda sólo apto para nuestros padres, si alguien se plantea tener hijos, se le vuelve misión imposible. Pero si sucediese el «milagro» de que alguien pudiese por tener medios, se inicia un proceso de creación de discursos feministas radicales y de enfrentamiento y odio entre sexos. Creas discursos contra el varón blanco heterosexual, muy ligados a la misma campaña de desprestigio de la Historia europea que también se inicia. Creas leyes contra los hombres y de «discriminación positiva». Desprestigias el matrimonio y la fidelidad, comienzas a destruir a hombres y mujeres con géneros absurdos y les vendes ideas patológicas sobre relaciones que ni los animales más básicos podrían sostener. Y si aún así tuvieras hijos, comenzamos campañas para que los menores puedan cambiar de sexo. Y eso mientras colocamos a dar clases y talleres a maníacos salidos de lobbies. Así que si a tu hijo le lava el cerebro un maníaco con gafas de pasta que come seitán, tendrás que aguantarte. Porque hace tiempo que legislamos que un tortazo a un hijo es maltrato y la nueva ley contemplará que los niños puedan castrarse/esterilizarse sin consentimiento paterno.
  • Lo mismo que desprestigian y destruyen al europeo física, psíquica y familiarmente, comienzan a atacar sistemáticamente toda muestra cultural, histórica y artística que pueda recordarnos a los europeos lo que somos. Las intentan destruir o prohibir. Y si no pueden, deforman la Historia para que te avergüences de ello. Todos lo hemos visto, Cristóbal Colón era un genocida, hay que censurar «Lo que el viento se llevó», cualquier referencia al cristianismo de verdad como parte de nuestra identidad se oculta.
  • Relacionado con todo el desprestigio hacia nuestra Historia y nuestra cultura para hacernos sentir acomplejados, se encumbra y admira a toda cultura extraña. Y si esa cultura tiene serios problemas con la nuestra, más se la admira. Porque si destruyes tu propia cultura y admiras a otra, comienza el «bonito proceso» de hacerte sentir inferior y a actuar como un esclavo.
  • Ya entrados en este tema, sin hijos y culturalmente desarmados, te traen millones de «inmigrantes» con excusas que cada poco tiempo cambian. Primero es para pagar las pensiones, luego son trabajadores «temporales», te dicen que hacen «trabajos que tu no quieres», más tarde son refugiados de una zona en guerra aunque vengan de la otra punta del mundo. O ahora, son «refugiados climáticos». La cuestión es que esa gente no se integra. Es más, pasamos al absurdo de hacernos responsables a la nación que les acoge, que nos adaptemos a ellos. Y venga programas, venga dinero, vengan festivales, cursos y chorradas para «integrarles» a costa del contribuyente. Y eso que las pensiones nos las iban a pagar ellos.
  • Pero no solamente eso. Se difunden mensajes obsesivos contra «la xenofobia» y «la intolerancia». Te colarán cursos de convivencia multicultural en la escuela, instituto o cuando hagas un curso del Estado. Verás carteles institucionales en todos los idiomas menos en el tuyo. Lo cuál es marginación, porque nuestra propia administración nos niega poder entender un mensaje.
  • Ligado a esto, se hacen leyes contra el «discurso del odio», que vaya a saber qué es. Los medios te muestran noticias sobre un «pobre «inmigrante», se hacen documentales y películas a cargo de fondos públicos sobre lo mal que viven en España. Y siempre que se hace una entrevista a un inmigrante se le pregunta «¿has sufrido episodios de racismo» para que puedan afirmar que si, que sufren mucho.
  • Podría escribir más, pero por añadir un sólo punto y terminar la lista, se termina creando un caldo de cultivo en que el europeo parece no debe abrir la boca, que su mera existencia se percibe como nociva incluso para nosotros mismos. Y eso es lo que también perciben todos los elementos extraños que han puesto en nuestro hogar. Eso es la destrucción total. Un pueblo sin conciencia, avergonzado y sin defensores, rodeado de enemigos en su mismo hogar.

¿Adónde quiero ir?

¿Qué quiero decir con esto? Que ningún pueblo en toda la Historia, en ninguna parte del globo, ha sufrido tal nivel de hostilidad desde todos los frentes y dentro de su casa. No nos dan un respiro, todo es atacado, todo es perseguido. Atacan nuestros barrios. Atacan nuestra economía. Atacan nuestra cultura. Atacan nuestra mente. Atacan nuestro cuerpo. Atacan nuestra memoria, Atacan nuestro futuro. Atacan nuestros hogares.

Ningún pueblo, nunca, se ha enfrentado a este tipo de ataque total. Es el mayor y más completo programa de destrucción étnica que hemos visto y que veremos. Este es el auténtico totalitarismo. El mayor y mejor pueblo dirigido desde todos los frentes para inmolarse y desaparecer sin dejar rastro.

Repasad los puntos que he nombrado y pensad si es cierto o no. Y añadid tantos más. Desindustrialización, decadencia cultural, deuda infinita, amenazas del Estado diciendo que los hijos no son de los padres. Todo va enfocado siempre a lo mismo. El caso es no dejarnos respirar, vencernos por asfixia mientras dormimos.

Y sólo hay una explicación para tal nivel de hostilidad. Y es que para alguien somos muy peligrosos. Nadie emplea tantos medios, de forma tan extrema y durante tanto tiempo si no siente auténtico pavor por la fuerza de la víctima. Porque no es saña exactamente. Es el haber elaborado una enorme maraña que nos mantenga indefensos mientras nos vamos extinguiendo lentamente. Por eso sostengo que los europeos, la Europa étnica, somos un problema, que somos un peligro. No para nosotros mismos, pero sí para unas élites que han apostado todo por acabar con Europa.

Élites vs Europa

No puedo definiros quiénes son exactamente las élites, pero por su relevancia, notoriedad e influencia los podéis identificar. Por eso y por sus manidos discursos vacíos de valores pero llenos de superioridad moral. La superioridad moral, no de quién es realmente superior, sino de quién se cree impune. Cuando un politicastro amenaza a Polonia con su desaparición si no acepta, precisamente, morir de cobardía, entonces los puedes identificar.

Cuando tienes una Francia hasta arriba de terroristas musulmanes, asesinatos de párrocos en sus iglesias y un sinfín de zonas donde ya no impera la ley civil, pero los medios se dedican a publicitar que la inteligencia francesa ha desbaratado una supuesta red de extrema derecha «que iba a atacar a musulmanes», entonces conoces a las élites. Porque todos conocemos la cantidad de ataques de «fascistas» sobre musulmanes. Luego cuatro niñatos morenitos te consiguen armas y asesinan a franceses al gritos en algarabía y no saben cómo frenarlos. Pero a unos supuestos «fascistas con planes» que nunca se han visto los detenemos como si fuese lo más fácil.

O cuando Alemania afirma que un think tank debe ser vigilado porque puede estar «alimentando» ideas racistas, pero no encuentran nada y la organización trabaja con la mayor transparencia, pero la difamación ya ha salido en los medios. Entonces conoces a las élites. Porque las ideas de un think tank conservador pueden ser dañinas y deben ser vigiladas y la organización difamada en medios. Pero controlar imanes con discursos a favor de la Yihad y de acabar con Occidente, ya menos.

O cuando Bélgica se niega a poner orden entre sus habitantes de Molembek, porque que un barrio esté escondiendo a terroristas huidos con delitos de sangre durante semanas y mofándose de la policía, huele mal. Entonces conoces a las élites y sus planes.

Lo que si puedo decir es que nos tienen miedo. Podemos estar gravemente heridos, pero nos siguen considerando un peligro mayor que terroristas islámicos, que organizaciones criminales reales, que los mayores narcotraficantes, más peligrosos que regímenes abiertamente hostiles. Y dudo que sean ingenuos. Pueden ser nefastos, puedes ser unos psicópatas, pero que empleen tantísima fuerza para evitar que nos levantemos contra ellos, indica que conocen nuestro verdadero potencial. Y es con eso con lo que tenemos que tomar conciencia de lo que realmente somos.

Somos la mayor amenaza para unas élites que no dudan en organizar un auténtico clima de terror contra el que dicen, es su pueblo. Ni ellos son nuestras élites ni nosotros somos su pueblo. Ellos han empleado todo lo que tienen para acabar con nuestra existencia y aquí seguimos. Renqueantes pero permanecemos. Pasivos, acomplejados, nerviosos, acosados por todos lados. Pero de eso se sale. Tenemos todo el derecho a existir y a hacernos dueños de nuestro destino y de nuestro hogar. Tenemos la obligación. Porque nuestros antepasados no lucharon y trabajaron en la más absoluta miseria para aupar a gente que se deja matar por nos ser llamada racista. Nuestros abuelos se avergonzarían de que un renacuajo bereber atemorizase a todo un barrio. Ellos nunca tolerarían que sus nietos fuesen explotados «porque hay otros que lo harán por menos». Porque al primer politicastro que dijera que sus hijos son de Estado, lo haría desaparecer. Porque, en definitiva, ellos no se habrían dejado avasallar. Se lo debemos a ellos. Se lo debemos todo. Porque si nosotros estamos hoy aquí, es por ellos.

Y el día de mañana, ¿qué queremos? ¿Ser recordados como la gente que se alzó ante el ataque más brutal o ser una sombra extinguida por complejos? Yo lo tengo claro.

los europeos somos héroes

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